Compañeras y compañeros:
A nombre de los Ex Prisioneros Políticos del MIR y de
Conmemoramos hoy el 37 aniversario de la caída en combate de nuestro compañero y líder Miguel Enríquez. Pero esta conmemoración tiene un carácter especial. Después de mucho tiempo, podemos hacerlo en un escenario de luchas y movilizaciones sociales que sacuden al país entero. No solo eso. Estas jornadas movilizadoras han sido generadas y lideradas por los jóvenes chilenos que desde sus plataformas estudiantiles han levantado exigencias para terminar con un sistema educacional abusivo y desigual.
Sin embargo, la legitimidad de las reivindicaciones y planteamientos esgrimidos por los estudiantes han sido asumidos como propios por una inmensa mayoría de la población. El abuso que se produce en el modelo educacional es solo una muestra de los abusos y atropellos que se producen en el modelo de país que nos impuso la dictadura y que han perfeccionado los sucesivos gobiernos concertacionistas. Contra este modelo injusto y arbitrario es que el conjunto de la ciudadanía comienza a rebelarse, a decir basta, a exigir cambios verdaderos y profundas transformaciones. Por eso no ha sido extraño que la causa de los estudiantes se haya extendido por todo el país y se haya convertido en una causa y movilización social de las grandes mayorías. Eso le ha dado la fuerza y consistencia para prolongarse masivamente en el tiempo. Esta gran movilización social y estudiantil ha puesto en tela de juicio la legitimidad y continuidad de este sistema, abriendo un nuevo espacio de lucha social y política que cuestiona la permanencia de un modelo económico basado en el abuso y la desigualdad y que cuestiona la permanencia de un modelo político segregado, no representativo y antidemocrático.
Este panorama de movilización y lucha, sin duda, es alentador. Pero es bueno señalar que la presente movilización no comienza con los estudiantes, el 29 de abril de este año. Comienza a gestarse desde meses antes, e incluso de años antes. A lo largo de muchos años, hemos visto como, de forma aislada y parcial, diversos sectores y organizaciones han levantado sus luchas, pero del mismo modo hemos visto cómo esas manifestaciones han sido bloqueadas o han tenido solo efectos y logros muy limitados. Ese ha sido el sino durante más de 20 años de esta democracia falsa y mentirosa, restringida a “la medida de lo posible” en todo orden de cosas.
Durante este último tiempo hemos sido testigos de cómo el movimiento social chileno comienza a cobrar de nuevo un protagonismo decisivo; movidos por diversas y variadas necesidades, con nuevas reivindicaciones pero propias de la realidad actual de nuestro pueblo y de nuestro país; dándose incluso nuevas formas de organización y de articulación, el pueblo chileno parece empezar a sacudirse de la modorra, a sacudirse de los operadores políticos, a sacudirse de las tutelas cupulares, y comienza a dar inicio a una nuevo intento por construir un país y un mundo más justo, más solidario, más equitativo, más democrático, más propio.
En los meses recientes, las movilizaciones sociales han cruzado las fronteras del sector social o geográfico que convocaba la acción original y han convocado una participación amplia de otros actores sociales. Así ha ocurrido, por ejemplo, con las acciones y movilizaciones desarrolladas por las diversas localidades afectadas por el terremoto y maremoto de febrero del 2010 que reclaman una pronta y efectiva reconstrucción; así también ha ocurrido con las luchas de los mapuche que han marcado intensas jornadas en pos de sus reivindicaciones de tierra y derechos ancestrales; lo mismo han dejado de manifiesto los magallánicos en una amplia movilización por defender sus derechos de uso del gas y la propiedad estatal de
En definitiva, la presente movilización estudiantil viene a continuar todas estas luchas sectoriales y viene a poner en la orden del día de la lucha social y política las mismas exigencias que motivaron la lucha contra la dictadura y que por mucho tiempo estuvieron siendo coartadas y camufladas por la manipulación política, mediática y mercantil del modelo dominante.
La movilización social iniciada por los estudiantes secundarios y universitarios marcará un antes y un después en la lucha social y política del país. Esto es una realidad indesmentible no tan solo por que las demandas que se han levantado cuestionan la esencia misma del sistema de dominación, sino también por la prolongación de la movilización, por la masividad, transversalidad y amplitud territorial que ha logrado, durante ya 36 jornadas de manifestaciones.
Por eso decimos que este panorama actual es sin duda alentador pero al mismo tiempo alertador. De los propios actores sociales dependerá que las luchas presentes no sean de nuevo morigeradas por los operadores políticos y escamoteadas por las manipulaciones demagógicas de la clase política. De los propios actores sociales dependerá que la lucha por las reivindicaciones estudiantiles y sociales no sean aplastadas por la represión y por la maquinaria propagandística empresarial.
Sin embargo, tampoco debemos perder la perspectiva. No estamos en presencia de un enfrentamiento radical en donde sea posible plantearse tomar el cielo por asalto. Es el comienzo de un proceso que debe aprender a dar pasos sólidos y poner cimientos firmes. La lucha social es válida en sí misma pero se valida socialmente en la medida que logre materializar conquistas, alcanzar ciertos objetivos, lograr ciertas metas. En este sentido es válido rescatar las premisas que en momentos álgidos de la lucha de clases de los años 70, particularmente en 1972, Miguel pregonara como característica de la política mirista: no confundir dónde está el enemigo principal de los intereses populares, saber aunar y sumar fuerzas con los aliados, aplicando el criterio de “golpear juntos, marchar separados”. La lucha social estudiantil ha tenido el mérito de remecer y poner de pie a los ciudadanos, pero no podemos pretender que por sí misma resuelva los problemas del país. Eso es tarea de todos.
Los fracasos, las frustraciones, los resabios, los traumas, en fin la carga de lo que no fuimos capaces de lograr en nuestro tiempo, la carga de lo que no fuimos capaces de cambiar en más de 20 años, no podemos pretender trasladársela a un movimiento estudiantil que ya ha hecho más de lo que muchos pensaban que podría hacer. El reclamo, la movilización y la lucha por las causas que los estudiantes han develado es tarea de un movimiento social que recién comienza a perfilarse y adoptar un camino propio.
Esta lucha es tarea de todos. La lucha por la reforma al modelo educacional ya está haciendo su propio camino, pero ha dejado al desnudo la necesidad de luchar por una reforma tributaria, por una reforma al sistema electoral, por una reforma constitucional que garantice una participación democrática activa en las decisiones que afectan al país. Esto ya no es tarea solo de los estudiantes, es tarea también de otros actores sociales que deben asumir la iniciativa, levantar banderas y hacer sentir sus demandas. Es tarea de todos y con la solidaridad de todos, como ha comenzado también a hacerse sentir en este gran movimiento iniciado por los estudiantes.
Junto con las banderas estudiantiles, surge la necesidad de luchar contra los atropellos e injusticias que se cometen contra los trabajadores, lo que conlleva a plantearse y exigir la reforma al código laboral. Del mismo modo, es latente y urgente el retomar los pricipios de una salud pública y gratuita, terminar con el lucro en la salud pública y evitar que cunda la privatización y comercialización de la salud. Es también urgente apuntar a una reforma del sistema previsional para terminar con el abuso con que operan las AFP, esquilmando los ahorros previsionales de los chilenos y convirtiéndolos en caja chica para los bancos y financieras. Los abusos y atropellos que se cometen contra la población y contra el medio ambiente por parte del mundo empresarial hace también necesario aunar esfuerzos para exigir una reforma al modelo de generación energética, para terminar con la contaminación de las termoeléctricas y la depredación medioambiental de las hidroeléctricas.
De igual modo, están pendientes y presentes problemas tan importantes como la cuestión del tratamiento y solución a los conflictos planteados por los pueblos originarios; la cuestión de una efectiva descentralización respecto de los problemas y decisiones que afectan a las localidades, provincias y regiones; la cuestión de la renacionalización del cobre y de las riquezas mineras; la cuestión de la renacionalización del agua; la cuestión de la recuperación de los derechos de mar; la cuestión de la reconstrucción, entre otras materias de vital importancia para los destinos del país.
Todos estos problemas están en la esencia del modelo económico y político dominante. Por ello apuntar a la solución de estas cuestiones, necesariamente apunta a una transformación profunda, lo que se traduce en la exigencia de una nueva constitución como condición básica para un cambio definitivo. En definitiva, una nueva constitución, un nuevo modelo de participación democrática y un nuevo modelo de economía cuyo norte sean los intereses del país, de los chilenos, de las grandes mayorías. Esa es la gran tarea que están iniciando los estudiantes y la gran verdad que ha quedado planteada como tarea para los demás actores sociales del país en el futuro inmediato.
Vivimos de nuevo una época de desafíos. Nuestro sentir como ex miembros del MIR es que no estamos ni hemos estado ajenos a esta dinámica de luchas. La memoria mirista, la cultura mirista, los paradigmas del mirismo están también presentes en estas movilizaciones no solo a través de banderas rojinegras sino también en el carácter de un pueblo empoderado y decidido, convencido y dispuesto, que copa las calles del país y hace temblar a los poderosos. Pensamos que también está presente la impronta de Miguel en el actuar de los jóvenes que emprenden la senda de luchar por el interés público, por el beneficio del país, por un mundo más justo, tal como lo hiciera él desde su juventud y desde esta misma universidad.
No es casual que este homenaje se rinda en este lugar de luchas históricas, de donde surgió gran parte de la generación de fundadores del MIR liderados por Miguel. En los tiempos presentes, las grandes causas que dieron origen al MIR y dieron a luz a líderes como Miguel, siguen pendientes y sin solución. Bajo nuevas formas, nuevos modelos de explotación, nuevos estilos de dominación, prolongan y perpetúan la injusticia, la desigualdad y las opresiones. Los valores y los principios que nos legaron Miguel y todos nuestros héroes y mártires, siguen también allí, disponibles para el buen uso en las causas justas y presentes en la cotidianidad de las luchas populares.
No son las propuestas revolucionarias las que están hoy en el tapete nacional ni son las propuestas rojinegras las que convocan o lideran las movilizaciones presentes, y es natural que así sea puesto que los tiempos históricos son totalmente distintos a los que dieron origen al MIR. Sin embargo, son propuestas surgidas del pueblo mismo y lideradas por los propios actores sociales involucrados; y ese origen popular las convierte en parte de lo que fue nuestra historia, hace que sean parte de la misma lucha que emprendieron nuestros compañeros fundadores y de la misma lucha por la que Miguel ofrendó su vida.
Por eso instamos a los estudiantes a no claudicar y continuar adelante con su lucha. Instamos a todos los sectores sociales a seguir el ejemplo de la lucha estudiantil, aunar esfuerzos, sumar fuerzas y emprender la lucha por las demandas que nos aquejan. A llegado la hora de decir basta.
Con el ejemplo de Miguel: ¡Adelante, con todas las fuerzas de la historia!.